En las últimas décadas estamos viviendo una “carrera hacia el progreso” en la práctica de Yoga. Cada vez se experimentan posturas más complejas, pasajes y movimientos más artísticos y un sinfín de pruebas de fuerza y contorsión que los tomamos como un “avance en la práctica”.
Ahora bien; ¿Por qué le ponemos tanta atención a las posibilidades de nuestro cuerpo? ¿Porque el foco está en que tan flexible y fuerte soy, si me sale tal postura o no?
Cuándo esta práctica, que contiene una poderosa sabiduría ancestral, se vuelve tan banal y ahora medimos o juzgamos “que tan buenos yogis somos” según qué tan avanzadas sean nuestras posturas físicas?
¿Y qué sucede con quienes simplemente no pueden físicamente (ya sea por falta de un miembro o movilidad limitada)?
¿Quién mide los valores como la compasión, la empatía, la escucha, la aceptación, la entrega, el amor por les otres? ¿Y las acciones, palabras y pensamientos conscientes, coherentes y consecuentes entre sí?
Eso no se ve en las redes sociales, ni en las imágenes o videos que vendemos y compartimos al resto.
En el profundo trabajo interno es que se encuentra el verdadero progreso en la práctica de yoga.
Da igual si te paras de cabeza o haces el mejor backbend del mundo mundial..total, quien no puede hacer nada de esto y tan solo puede estar en quietud meditando puede ser tan o “mejor yogi” que quien está increíblemente desarrollado en lo postural.
Nota: Cuidado con el EGO ESPIRITUAL
Ph: José Ignacio Gastañaga